
¡Es tan hermosa!
Los que estamos convencidos de que Dios es el creador, dueño y ordenador de la vida, tenemos una real esperanza que nos sostiene con Misericordia y con Verdad.
Aún en las batallas terrenas, Dios se deja ver victorioso y nosotros victoriosos con Él porque esa ¡Es la verdad!
En las batallas hay amigos y hay enemigos. En ocasiones también le damos oportunidad a un enemigo desde nuestro propio interior [Efesios 4:27] que nos sabotea en el fragor de la batalla.
Muchos cristianos podemos considerar en nuestro corazón que no vemos a nadie como un enemigo.
Sin embargo, reconocemos que todo el que insiste en oponerse a Dios, se hace enemigo de Dios [Santiago 4]. Quizás, los tales nos consideren como sus enemigos, por el sólo hecho de nosotros proclamar que somos del campamento de Dios [Mateo 5:11-12].
Los enemigos de Dios, son hijos de oscuridad y son manejados por el padre de esa oscuridad [Juan 8:42-47].
Los enemigos de Dios se distinguen dondequiera que son confrontados con algo de luz, pues se resienten de inmediato en su corta vista. Al punto de considerar enemigos a todo aquél que establezca límites entre lo bueno y lo malo, la verdad y la mentira según la Palabra no adulterada de Dios. [Juan 8:47]
¡Dios ya resolvió ese asunto! —Envió a Cristo.
Osea, los «enemigos» pueden dejar de serlo si se allegan a la verdad eterna contenida en la persona de Cristo. Todo el que en Él crea y se abra al arrepentimiento de sus maldades.
Y todo aquél que es salvo de las maldades y permanece en Dios, a conciencia sabe que hay que retirarse de los malos caminos. Y que esta batalla vale la pena y es hermosa. ¿Como no va a ser hermoso convertirse en amigo de Dios?
Cuando con Dios nos reconciliamos, a Él nos agarramos día a día para no volver atrás y dar buen fruto. Para dar ese fruto hay que amoldarse a la Palabra de Dios y no al revés.
Osea, no podemos abusar de la Sagrada Escritura para amoldarla a nuestra conveniencia u orgullo intelectual [Lucas 18:9-14]. Esa tentación se nos presenta bastante y debemos adiestrar a nuestra conciencia con la ayuda del Espíritu Santo [Romanos 8:12-13].
Estamos llamados a esforzamos por dar una hermosa batalla en amor y respeto a Dios. A pesar de nuestras imperfecciones y luchas interiores. Sólo de Él obtenemos las fuerzas necesarias para batallar y hacer las correcciones en el camino.
Dios no cambia. Lo bueno y lo malo siempre es revelado y Dios presidirá el juicio final.
En las batallas, todo buen soldado responde al plan de un gran estratega. En las batallas de Dios, sólo Él es el gran estratega quien reparte posiciones y roles.
En estas batallas de la vida, no hay servidor ni grande, ni pequeño. Sólo Dios tiene el poder de repartir dones a cada cuál.
Sólo Él tiene la vista completa de todo el campo y la potestad de ver a quién coloca en cada espacio.
En este batallar, tenemos que estar prestos a discernir el rol que nos toca.
El balance que anhelo a diario es practicar la Misericordia y la Verdad [Proverbios 16:6]. ¡Eso es bien difícil hacerlo!
Ese equilibrio es una batalla por sí misma. Y sabe Dios cuántas veces uno se resbala en ese noble intento de balancearse entre la Misericordia y la Verdad.
Caminamos a diario sobre una cuerda floja puesta por un mundo que no tiene en cuenta a Dios y busca hacernos caer.
Hallar equilibrios espiritual e intelectualmente es una destreza que requiere ejercicio diario. Y será así hasta que Dios nos llame a su presencia o venga en Su Gran Día Glorioso.
Aprender a amar a los enemigos de Dios y a la vez aborrecer el pecado y la maldad que Dios aborrece, es un proceso muy duro. Tiene altas y tiene bajas. Nos podremos caer muchas veces en ese intento de manejar esas contradicciones naturales de un mundo caído que nos agobia [1 Corintios 10].
Pero, Dios es siempre bueno y perfectamente justo. Si siete veces cae el justo, Él lo levantará, no así los amigos de la oscuridad [Proverbios 24:16].
Nos toca confiar, descansar y hacer lo que nos toca prosiguiendo a la meta [Filipenses 3:14].
Entonces el fiel amor de Dios se encontrará con los que le son leales.
Salmo 85:10-11
La justicia y la paz los saludarán con un beso.
De la gente de la tierra brotará la verdad; desde el cielo Dios les mostrará la justicia.
Ante el regreso del Señor que se acerca, estamos en una gran batalla [Efesios 6:12] que se libera en lo invisible y se asoma a lo visible cada día más.
La buena noticia es que: ¡La batalla es de Dios y está victorioso por la eternidad! [1 Samuel 17:47; Apocalipsis 22:12-15]
Si la batalla es de Dios, entonces…¡Es una hermosa batalla! Vale la pena darla en la parte que Él nos asigne. La victoria es segura. La justicia será plena y total.
Porque el SEÑOR será nuestro juez;
–Isaías 33:22
el SEÑOR será nuestro legislador.
El SEÑOR será nuestro Rey;
Él nos salvará.
No nos quitemos de dar la hermosa batalla de la vida. Roguemos a Dios que nos dé de su Misericordia. Roguemosle también, que nos dé de su fuerza para nunca callar su Verdad.