
Las tendencias de marketing del empoderamiento siempre han ido dirigidas a levantar el «Yo» y liberarte de todo lo que te oprime.
Hoy, han maquillado y trancisionado ese «yo» a una evolución de un supuesto «colectivismo» en «común unidad» y «justicia social» de un «yo también» y «todos somos __________ « (llenemos el blanco con el nombre de alguien o algo) en la búsqueda de una ansiada paz.
Suenan los «colectivos de paz» y «comunidad»… pero si raspamos bien la superficie, veremos que sólo es una fachada de eslóganes propios de una cultura memística que sólo apuesta a satisfacer nuevas formas de «ser tú mismo» y formes parte del «nosotros».
Es decir, una cultura o forma de «comunicación» o «educación» (si se quiere) basada en esas geniales fotos y artes gráficos que todos creamos y publicamos en las redes sociales.
No quiero demonizar la expresión y generación de mensajes a base de memes. Pero sí, llamar la atención a que una cultura de «aprendizaje» a tan reducida escala también hace más diminuto o superficial nuestra capacidad de analizar y pensar.
En cuanto al Espíritu, ni se diga cómo nos pueden afectar. ¡Ya lo estamos viendo! En el fondo, abunda un mensaje distorsionando tanto sobre el Yo como del Nosotros.
Nos hacen constantes invitaciones a un «despertar» que es de hecho muy narcotizante. Es un falso empoderamiento y un falso despertar.

Una firma de productos de belleza en el siglo 20 hizo famoso el eslogan ¡Yo me lo merezco! Pero, desde la perspectiva de la eternidad ¿Qué es lo que nos merecemos?
Desde los sectores de fe también han proliferado muchos mensajes motivacionales de superación y empoderamiento reducidos al Yo.
Desde el corazón de Dios hay que desnudarse del Yo para poder ser VERDADERAMENTE LIBRES. El ser humano no tiene la capacidad de liberarse a sí mismo.
PROFUNDICEMOS.
A continuación, les transcribo desde el libro de Isaías uno de los mensajes en una época muy predicado y hoy de los menos escuchados o comprendidos en su verdadera escencia.
Antes de leerlo, haz una oración pidiendo al Santo Espíritu de Dios que a través de ese texto se te revele lo que necesitas en la profundidad de tu ser.
Creció delante de Dios como un retoño, como una raíz en tierra seca. No había en él hermosura o majestad como para que nos fijáramos en él.
No había en él nada atrayente
como para que nos gustara.
La gente lo despreció y hasta sus amigos lo abandonaron;
era un hombre lleno de dolores y conocedor del sufrimiento.
Y como alguien a quien otros evitan, lo despreciamos y no pensamos que fuera alguien importante.
Verdaderamente él soportó todos nuestros sufrimientos y cargó con nuestros dolores. Aunque nosotros pensamos que Dios lo había castigado, golpeado y afligido, en realidad él fue traspasado debido a nuestra rebeldía.
Fue magullado por las maldades que nosotros hicimos. El castigo que él recibió hizo posible nuestro bienestar. Sus heridas nos hicieron sanar a nosotros.
Todos nosotros nos habíamos perdido como ovejas. Cada uno agarró su propio camino.
Pero el SEÑOR cargó en él todo el castigo QUE NOSOTROS MERECÍAMOS.
Lo trataron cruelmente y lo torturaron, pero él se mantuvo humilde y no protestó. Permaneció en silencio, como cuando llevan a un cordero al matadero o como cuando una oveja guarda silencio ante los que la trasquilan.
Después de que lo arrestaron y condenaron, se lo llevaron. ¿Y a quién le importó lo que le iba a pasar? Porque a él lo quitaron del mundo de los vivos.
Lo mataron por los pecados de su pueblo. Lo enterraron al lado de criminales y en una tumba de ricos, aunque él nunca fue violento ni engañó a nadie.
Pero el SEÑOR se agradó de su humilde siervo, quien tanto sufrió. Después de ser ofrecido como sacrificio por el pecado, él verá a sus descendientes, alargará su existencia y la voluntad del SEÑOR prosperará a través de él.
Después de ese terrible sufrimiento, él verá la luz. Se sentirá satisfecho con todo lo que experimentó.
«Mi siervo, que siempre hace lo justo, salvará a muchos y cargará con el castigo que merecían las maldades de ellos.
Por lo tanto, yo haré que esté al lado de los grandes y que comparta el botín con los poderosos. Porque él se entregó voluntariamente a la muerte.
Fue tratado como un criminal, pero en realidad, él cargó sobre sí el castigo que muchos merecían. Ahora él está ante mí, intercediendo por los pecadores».
–Isaías 53: 2-12 Versión Palabra de Dios Para Todos
Ahora, ¿Qué crees es lo que en realidad te《mereces》?
SÓLO EN LA MANO DE JESUCRISTO ESTÁ LIBERARTE DE LO QUE EN REALIDAD MERECES. LO HIZO PARA QUE TÚ VIVAS EN SU PAZ UNA VIDA MUY ABUNDANTE.
