
En el arresto injusto e ilegal de Jesucristo, su discípulo Pedro, como un individuo con voluntad propia sacó la espada en defensa de su Señor, maestro y Cristo. El Cristo, entendido como el ungido por el Espíritu de Dios en rescate de su pueblo.
Pero, el Reino de Dios y su Justicia no es de civiles, políticos o religiosos. El Reino de Dios es el gobierno que va por encima de esas esferas terrenales.
A la vez, a través de toda la historia, Dios siempre ha tocado a individuos en lo civil, lo político y lo religioso, para hacernos partícipe a la humanidad de su plan perfecto de cómo y quiénes cumplen su voluntad divina.
En esas áreas (individuos, órdenes civiles y religiosos), –aunque a veces no lo podamos apreciar en momentos dados– ¡Ya Dios obtuvo la victoria!
Porque tanto en el gobierno civil de los hombres, como en el orden religioso igualmente humano, aunque el enemigo con su principado gobernante desde las tinieblas …interviene entre nosotros… está definitivamente –limitado– por no ser el todopoderoso Dios [Apocalipsis1:4-6].
En nuestros sistemas terrenales, temporales e imperfectos (familia, iglesia y país), Dios nos llama a cada uno para hacer su voluntad y a servir como embajadores de su reino en Espíritu y en Verdad.
Sólo Dios, todo lo sabe, todo lo puede y en todo tiempo y lugar está ¡no ningún otro!
La manifestación de la absoluta y total victoria sobre la muerte ¡todos la veremos! Aún los que se entregaron al enemigo de las almas [Apocalipsis 1:7-8].
En pleno arresto de Jesús, cuando Pedro sacó la espada, Jesús le ordenó a guardarla. Y le dice:
«¿No te das cuenta de que yo puedo llamar a mi Padre, y él mandaría ahora mismo más de doce batallones [legiones] de ángeles?
–Mateo 26:53-54
Pero si hago esto, ¿cómo se cumpliría lo que está en las Escrituras, donde dice que todo debe suceder de esta forma?»
Una legión en el ejército romano estaba formada por unos seis mil hombres. Entonces, el poder de más de 72,000 ángeles que estaban a disposición de Jesús si así el Padre lo disponía, queda fuera de lo comprensible para nosotros. ¿Por qué no los usó?
Jesús tenía todos los poderes del cielo a su disposición, pero no quiso usarlos. La voluntad de su Padre fue siempre su misión y éso requería que fuera obediente hasta la cruz, en amor a todos nosotros.
Según registra el Evangelio en Lucas (22:39-46) antes del arresto de Jesús hubo un proceso de oración y encuentro íntimo con el Padre Celestial. Jesús: engendrado por Dios y completamente en persona humana, nos dejó muestra y testimonio de que sólo rendidos a la voluntad del dueño del REINO ETERNO, será posible adquirir fuerza y valor sobrenaturales.
«Padre, si quieres, líbrame de este trago amargo; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.»
En esto se le apareció un ángel del cielo, para darle fuerzas.
Antes de la gloriosa victoria que venció a la muerte eterna: hubo amor, entrega, sacrificio y también temor.
La valentía fue provista por la misma mano de Dios. Ese es el poder que se desata cuanto rendimos nuestra total confianza a la voluntad sagrada del Todopoderoso, único verdadero autor de la vida eterna nuestro Padre Celestial Universal.
Ése mismo Padre universal ¡te ama! Regresa a Él a través de Jesucristo, quien pagó un altísimo precio en amor a ti.
Que todos ustedes gocen del generoso AMOR y la PAZ de parte del que es y era y viene; de parte de los siete espíritus que están ante su trono y de parte de JESUCRISTO, quien es el testigo fiel, el primero en resucitar y el que gobierna sobre los reyes del mundo. Cristo nos ama y con su sangre nos liberó de nuestros pecados, ha hecho de nosotros un reino y nos hizo sacerdotes que sirven a Dios su Padre.
–Apocalipsis 1:4-6
¡A él sean el poder y la gloria por siempre!
Así sea.