
Cuando una persona no aparece se activan unas alarmas de alerta para que la ciudadanía esté apercibida. Se ofrecen diversas señales para poder reconocer a la persona que se busca. Hoy en día se activan alarmas en nuestro teléfono inteligente, además de que se corre la noticia por las redes sociales y hasta los medios de comunicación tradicionales. Los seres amados en desesperación por encontrar a esa persona perdida, dan a conocer la situación en cuanta manera pueden.
¿Qué pasa cuando estamos presentes en el cuerpo, pero ausentes en mente y espíritu? ¿Cuándo sabemos si estamos en el lugar correcto? ¿Cuáles son las señales de alarma? ¿Lo llegan a saber los demás? ¿Somos capaces de saber cuán perdidos estamos? Puede que de repente nos confundamos o no se sienta como cuando entramos allí al principio.
Cuando eso pasa, depende mucho de cuán hábiles seamos en engañanos a nosotros mismos y a los otros. Sin embargo, hay uno de quién jamás nos podemos esconder lo suficiente.
»Supongan que una mujer tiene diez monedas y pierde una de ellas. ¿Qué hace entonces? Toma una lámpara, limpia toda la casa y busca por todas partes hasta encontrarla.
Cuando la encuentra, llama a sus amigos y vecinos, y les dice: “¡Alégrense conmigo porque encontré la moneda que se me había perdido!” Les digo que así también se alegran los ángeles de Dios cuando un pecador cambia su vida».
– Jesucristo
Lucas 15:8-10 Palabra de dios para todos
¿Existimos o subsistimos?
Dios siempre está presente. Los que nos acercamos o alejamos somos nosotros. ¿Nos encomendamos a él cada mañana? ¿Le recordamos y le agradecemos cada día antes de acostarnos? ¿Le presentamos nuestros planes y hacemos silencio para que nuestro espíritu y nuestra mente sean sensibles a él? Si no lo hacemos, puede ser una señal de peligro: Estamos perdidos en el Yo y nuestras circunstancias.
¿Cuál es nuestra guía?
Los exploradores exitosos siempre están preparados. Los exploradores profesionales, ya sea los que se adentran en las maravillas naturales de los bosques, cuevas, montañas o senderos y también los navegantes no salen sin una guía, compás o brújula. Si alguno de esos instrumentos les fallaran, también han desarrollado conocimientos y destrezas para identificar en qué punto pudieran estar o hacia dónde van. Saben dónde encontrar agua y cómo sobrevivir.
Las Sagradas Escrituras son uno de los milagros más maravillosos y sorprendentes a través de la historia. En cada sociedad que el mal se quiere imponer sobre el bien, es este famoso libro lo que precisamente es burlado, cuestionado, escondido y hasta quemado para que las personas no hallemos la verdad y la guía del camino hacia la libertad. ¿Cuánto leemos la Biblia? ¿La leemos como cualquier libro o con el corazón encomendado al Espíritu de Dios?
¿Cuánto seguimos el corazón de Dios?
Dios es nuestro Creador. Su corazón y el nuestro están unidos por un cordón. Ese cordón se llama conciencia y en ella se halla la verdadera libertad y el acceso a la vida. Ese cordón que nos une a él puede ser tan corto, tan largo o tan flexible como lo hagamos. Sin embargo, no podremos abusar de esa flexibilidad sin consecuencias. Esa conexión es para nuestra protección, si lo cortamos estaremos inevitablemente en problemas de vida o muerte. En nuestro caminar o en la exploración de la vida, provocamos nudos o enredos en ese cordón. Sólo Dios puede desenredarlo o reparar el corte. ¿Estamos aferrados a algo que nos aleja o nos desconecta de Dios?
¿Estoy a tiempo para encontrar el camino?
Si estás leyendo esto, ciertamente estás a tiempo. Jesucristo dijo: «Yo soy el Camino» [Juan 14:6] y dijo el profeta que: «habrá allí calzada y camino, el cual será llamado Camino de Santidad. No pasará por allí ningún impuro, sino que él mismo [Dios] estará con ellos. El que ande por este camino, por torpe que sea, no se extraviará.» [Isaías 5:8]
«Iré a la casa de mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra Dios y contra ti. Ya no merezco llamarme tu hijo; déjame ser como uno de tus trabajadores”.
Entonces el hijo regresó a la casa de su padre.
Mientras el hijo todavía estaba muy lejos de casa, su padre lo vio y tuvo compasión de él. Salió corriendo a su encuentro y le dio la bienvenida con besos y abrazos.»
Lucas 15:18-20 Palabra de Dios Para Todos
No se trata de perfección, se trata de tener la capacidad para reconocer cuando estamos perdidos. Aunque seamos torpes y caigamos en lo que nos confunde, o pueda destruirnos o destruir a otros… Si tenemos la humildad suficiente para decir «he pecado» – ésa será la señal de alerta. Se activarán las alarmas, Dios podría enviarnos rescatistas, pero él es el comandante del rescate. Será él mismo quien diseñará el rescate, nos sacará y nos moverá de allí. Volverás a vivir profundamente en lugar de subsistir en la superficie.