
Quien me conoce sabe, que maniobro entre diversas actividades y proyectos. No porque necesariamente yo los haya buscado, sino porque me llegan solitos. Soy esposa y madre, ya eso es suficiente para llenar mis manos y mi vida. Pero, de un punto de mi vida hasta el sol de hoy, tal parece que a Dios le encanta «meterme en líos» [eso lo digo yo a modo de alivianarme].
No soy una «yes woman» pues he aprendido a no decirle que sí a todo. Ya tengo los suficientes fuegos para prender y apagar. Después de crecer un poco y madurar en la vida, he aprendido a que no soy indispensable, no soy redentora y tampoco soy el Espíritu Santo: Tengo límites.
Así que, debido a que era justo y necesario atender otros asuntos y ministerios, detuve un poco este Blog y también el relanzamiento del libro [le quiero hacer un «upgrade»] y todo lo que tenía pensado para este proyecto de Una Vida Profunda. Mis disculpas con los seguidores.
Comparto lo anterior, como un ejemplo vivo, para mostrarte que para tener una mente equilibrada y un espíritu más transquilo, es necesario profundizar en nuestras ideas y pensamientos. Para también discernir los tiempos y las acciones.
Las mujeres, en particular, padecemos de este síndrome de querer resolverlo todo y resolverle a todos.
Chicas… Be real!
Eso es posible por un tiempo, pero no todo el tiempo.
C.Z. Maldonado
La misma Biblia en el Nuevo Testamento detalla que Jesús no hizo todas las sanidades en todos los enfermos que había en el tiempo [cronológico] mientras caminó en la tierra. Eso no lo hizo menos Mesías. El sí podía hacerlo, pero la voluntad primaria del Padre en aquél momento no era la salvación universal de los cuerpos, sino de nuestros espíritus para todos los tiempos venideros hacia la eternidad.
Eso no hizo menos importante su obra, todo lo contrario, es una lección para nosotros. En la dimensión humana hay límites, no podemos hacerlo todo en el tiempo que queremos o todo el tiempo. En la dimensión de Dios, en su tiempo [Kairós] y en sus manos hay orden, propósito y bendición.
¿Cuadrando la agenda?
En los tiempos de Jesús, hubo imprevistos y sorpresas. De hecho, se quejó con su madre María, diciéndole que no era el tiempo, pero oró y el Padre le permitió convertir el agua en vino [Las bodas de Caná, capítulo 2 de Juan].
En el tiempo de Dios también se encuentra la misericordia. Como cuándo aquélla mujer sólo tocó su manto y quedó sana [Mateo 9:18-26] o como cuándo la mujer extranjera le pidió que hiciera algo por su hija atormentada [Mateo 15:21-28]. Casos que no estaban precisamente en la agenda de Jesús, pero movieron el corazón del Padre. Ese tipo de discernimiento es el que le pido yo a Dios, cuando me encuentro ante un dilema entre mi agenda y la agenda de Dios. Mi oración es: «Padre ayúdame a discernir cuando es tu agenda.»
Lo importante es que aprendamos a reconocer los tiempos propicios y los tiempos de Dios. Y eso nos puede tomar bastante tiempo ya que estamos en construcción hasta que él nos llame. Lo importante es que estemos prestos para aprender de él.
Kairós es el término griego que diferencia lo que es el tiempo en medida humana (cronológico) y el tiempo propicio u oportuno. Para los -no creyentes- ese tiempo oportuno es por el azar, la suerte, la inteligencia o la estrategia humana. Para los creyentes cristianos, el Kairós es EL TIEMPO DE DIOS.
Kairós es el segundo nombre de mi hijo menor. No estaba en nuestros planes, pero sí en el de Dios. Es un chico que nos llenó a todos de alegría en nuestro hogar, aún cuando no estaba en el reloj cronológico de mi ciclo reproductivo. Estoy convencida de ello, pues llevaba muy bien las cuentas. Mi ciclo se adelantó por dos semanas. ¿Cómo explicarlo? FUE EL KAIROS DE DIOS.
Eso es un sólo ejemplo, de los muchos kairós en mi vida. Ponle atención a los kairós de tu vida y disfruta de esos regalos divinos.
Por Jehová son ordenados los pasos del hombre,
Salmo 37:23 RVA1960
Y él aprueba su camino.
- Yo planifico, pero Dios es el jefe arquitecto de mi vida. Tengo que ser flexible.
- Si digo que confío en él, los cambios en la agenda por lo imprevistos que sean, tengo que pensar que él los ha permitido con una razón de peso aunque yo no lo entienda en ese momento.
- Si yo me equivoco, él se encargará de hacérmelo saber. No soy perfecta, pero en sus brazos estoy segura.
Mi meta es hacer lo correcto, lo que a él le agrada. Si procuro obedecer sus mandatos, preceptos y principios, tengo que confiar que él se encargará de los resultados SIEMPRE, no importa lo que mis ojos humanos vean alrededor.
Yo planifico, pero sólo él sabe lo qué hacer. EL ES EL ORDENADOR DE TODO EN MI VIDA. ESO ME TRAE PAZ. Confío en su tiempo divino… ¡Kairós!