
Hoy es día de confesión. Mi lema en unavidaprofunda.com el blog y el podcast es: Buscar una mente equilibrada y un espíritu más tranquilo. Y mi consejo es que: Para poder disfrutar de claridad mental debemos profundizar en nuestras ideas y pensamientos.
Una de las estrategias para profundizar en nuestras ideas y pensamientos es buscar qué tiene que decir Dios al respecto de todo. ¿Y qué pasa cuando surge una situación donde se juntan tres «calentones»? Tales como: la indignación, la frustración y el enojo.
Ahora mismo estoy pasando por uno de esos episodios. Y te diré como lo estoy gestionando emocional y espiritualmente.
1ro• Respirar. Orar. Desahogar – En este primer paso de tres partes, primero recurro al amor divino y respiro. Ese amor divino que procede del corazón de Dios es el que me capacita para reaccionar con calma ante las dificultades. Respirar y recordar que El me ama y que también ama a los demás, incluso aquéllos que con su acción u omisión me dispararon la indignación, la frustración o el enojo. Orar y luego desahogarme con alguna persona o personas que sé de antemano tienen la capacidad para escuchar, saben de qué se trata la situación, son confidentes o pueden darme palabras o información que vaya aliviando mis dudas.
2do• Enfriar – Trazarme, de ser posible un tiempo límite antes de buscar un contacto o conversar con la persona o personas objeto de mi frustración, indignación o enojo. Generalmente, me doy un día, dos o tres para enfriarme. Si eso no es posible, me doy unas cuantas horas o unos cuantos minutos antes de poder hablar. Esto me ayuda a organizar mis pensamientos y mis sentimientos.
3ro • Confiar – No tengo el control o el poder sobre todo lo que pasa, lo que los demás perciban, piensen, hagan, no hagan o me digan. Así que confiaré que libraré mi responsabilidad diciendo de frente lo que es necesario. Dios es quien tiene todo el control y se encargará. Si yo tengo la razón, sé que Dios nunca me dejará en vergüenza. Y si soy yo la equivocada, la prejuiciada o la exagerada, ¡También Dios se encargará de mí!
«No permitan que la ira los haga cometer pecados»
Efesios 4:26 Palabra de Dios Para Todos
En realidad, no dejo la oración sólo en mi primer paso. Tengo que echar mano de la oración sin cesar. Esto no quiere decir que no haga más ninguna otra cosa que estar pensando en la situación y repitiendo mis súplicas. Es un asunto de conexión. Dice la Palabra que cuando no sabemos pedir como conviene el Espíritu de Dios intercede por nosotros [Romanos 8:26-27]. Orar sin cesar es sumergirnos en su presencia, en su ser, en su esencia. Así podremos tener esa paz que sobrepasa todo entendimiento, porque aprendemos a vivir en cualquiera sea la situación mirando con los ojos de Dios y buscando la mente de Cristo. El también sabe lo que es indignarse, frustrarse y enojarse.

Escribir este post, me ha ayudado a ventear. Así que la acción de escribir, también es terapéutica. ¡Ya estoy lista! Vamos pa’ lante y con fe.